No cabe duda en que cuando hacemos planes humanamente lógicos e inequívocos, es cuando más lejos estamos de "a lo que hemos venido", no hablo de dejarse llevar por la intuición, ni tampoco hablo de ignorar los estudios, análisis y números.
Esta vez creo que es más que todo eso, es más, es todo eso junto, trabajando hacia el logro de "los objetivos", y son las metas que queremos lograr, esos sueños que tenemos, que no es más que el aliento de ese Dios, Ser Superior, o como le quieran llamar, pero ese aliento está impregnado en lo más profundo de nosotros mismos que habla de algo, que todo el tiempo escuchamos, llamado misión de vida.
Jesucristo antes de ser un líder espiritual, o mesías, recordemos que también era hombre, y dentro de su sabiduría mencionó "de qué le sirve al hombre ganar el mundo, si se pierde así mismo", lejos de religiones, lejos de encasillar esas sabias palabras, lo quiero aplicar a lo que sentimos, a lo que venimos.
De qué me sirve a mí, hacer lo que los demás, o el mundo creen lo más conveniente para mi, si de por medio esta mi felicidad, y cuidado con pensar que la felicidad de uno depende al porciento de nuestros impulsos o sentimientos; la felicidad depende exponencialmente del "quién soy", "cuánto puedo amar" y "cuáles son mis cualidades para dejar huella".
En una ocasión escuché: encuentra tus talentos, y tus virtudes, busca una necesidad en el mundo, y cubre esa necesidad y encontrarás la felicidad..., por primera vez seamos justos con nosotros mismos, y encontremos ese lugarcito en la vida al cual estamos creados a cumplir... somos más felices de lo que los demás nos digan qué es la felicidad, sólo hay que buscar nuestro lugar...
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