Me desperté en el día internacional de la mujer, un día donde llegas a la oficina y te das cuenta que tienes abrazos de felicitación que dar, más que en Navidad, o vas por la calle viendo a cuál de ellas no han felicitado o felicitado ya, o simplemente un día en el que me pueda quejar que "verdaderamente" no hay igualdad de género puesto que no tenemos el día internacional del hombre.
Muchas cosas escucho este día, desde un "Felicidades Subdirectora", hasta un "Hoy es nuestro día Manita", es agradable escuchar que al menos por un día felicitamos a las mujeres, simplemente por el hecho de ser mujer... es curiosa esta última frase, pues está llena de historia, tradición, y costumbre.
Historia, porque tenemos que recordar a Juana Inés de Asbaje, cómo en el siglo XVII, simplemente por el hecho de ser mujer, sólo tenía opciones de «Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros», y que no fue impedimento alguno para ser una gran escritora Mexicana en su tiempo.
Tradición, porque a lo largo de las culturas la mujer ha jugado un papel importante como el inicio de la vida, hasta la diosa mexica Coyolxauhqui, es emblema de esta fertilidad y don, pero también existen más tradiciones como Dominga Sántiz Sántiz, indígena tzotzil de San Juan Chamula, vendida en este siglo simplemente por el hecho de ser mujer, y que a tiempo relata el momento del regateo, “Empezaron a tomar, sus pláticas, quedaron de 12 mil pesos… Ya cuando iban a la mitad de sus pláticas, no pues, no vamos a pagar 12 mil que quede en ocho”, relató Dominga.
Costumbre, porque no tenemos que leer en las páginas de historia, ni adentrarnos en las comunidades de Chiapas, para ver cómo los que no tenemos un día internacional como tal, hacemos costumbre esa frase para deslindarnos a veces de esta responsabilidad, simplemente por el hecho de ser mujer.
Ser mejores hijos, hijos que aprovechen cada minuto del poco o mucho tiempo en compañía de su madre, para admirarla y ver cómo de su generosidad hoy estoy vivo; mejores esposos, porque el enamoramiento no debe terminar al momento del "sí, acepto" sino debe de continuar con cada "buenos días" y la fidelidad no debe ser una condecoración sino un verdadero gesto de amor; mejores hermanos, porque debemos estar ahí cuando se sientan caídas, y cuando también se salgan de sus casillas; mejores hombres, porque debemos de disfrutar el tenerlas a un lado, en la calle, en la casa, en el trabajo, y saber que simplemente por el hecho de ser mujer, debemos de cuidarlas, respetarlas y amarlas, y por lo tanto defender como hombres su dignidad.
«Si queremos rescatar la base de la sociedad que es la familia, valoremos a la mujer que dona su cuerpo para dar vida a esa familia».
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